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Explorando la extensión del diluvio: Primera parte

En los años que llevo hablando y escribiendo sobre temas de ciencia y fe, solo he descubierto un tema que suscita un debate más acalorado que la edad del universo o los días de la creación: el diluvio de la época de Noé. A menudo se denomina a este acontecimiento el diluvio del Génesis; sin embargo, múltiples pasajes bíblicos, además de la narración inicial (Génesis 6-9), arrojan luz sobre lo que ocurrió y por qué ocurrió.  

En los extremos del espectro interpretativo se encuentran estas dos posturas: la visión del diluvio global y la visión del diluvio local. La visión global afirma que las aguas del diluvio cubrieron todo el planeta, destruyeron todos los seres vivos y generaron todas las principales características geológicas de la tierra. El punto de vista del diluvio local afirma que el evento fue relativamente menor, afectando solo a una pequeña fracción del planeta y de la población humana. El equipo académico de RTB adopta un punto de vista que difiere de ambos, como quedará claro en una serie de tres artículos sobre el tema. Basándonos en el significado de la palabra universal, “que abarca a todos los miembros de una categoría o grupo”, en este caso “toda la humanidad”, nuestra posición puede describirse mejor como la visión del diluvio universal.

Como ocurre con prácticamente cualquier controversia bíblica, nuestra mejor esperanza de avanzar hacia la resolución y, lo que es más importante, hacia la extracción de la verdad del texto, proviene de analizar todos los pasajes pertinentes, desde Génesis hasta Apocalipsis, y de aplicar principios de interpretación sólidos. Uno de esos principios exige una cuidadosa consideración del contexto, tanto histórico como textual. Ahí es donde comienza esta serie.

Una de las palabras clave del pasaje del Génesis se traduce al español como “la tierra”. ¿Qué significa esa expresión para los lectores en español de los últimos cientos de años? Para los que tienen al menos cierta formación, evoca inmediatamente la imagen del planeta Tierra. Los modernos pensamos en nuestro hábitat terrestre como un cuerpo astronómico aproximadamente esférico. Pero esa es una concepción relativamente reciente. La mayoría de las personas que han vivido en “la tierra” nunca la conocieron como un planeta y nunca la imaginaron como tal. 

Lo mismo ocurre con las referencias del Antiguo y del Nuevo Testamento a “el mundo”. Los lectores modernos piensan inmediatamente en el globo terráqueo. Los lectores antiguos (mayormente oyentes, porque los manuscritos y la capacidad de lectura eran limitados) nunca imaginaron siquiera una bola terrestre. Para ellos, “tierra” o “mundo” significaba “territorio”, o implicaba personas y sociedades. 

Dos pasajes conocidos del Antiguo Testamento narran acontecimientos “mundiales” distintos del diluvio: Génesis 41:56-42:6 y 1 Reyes 10. La misma palabra hebrea ‘eres, traducida como “la tierra” en el relato del diluvio, se traduce como “el mundo” en estos pasajes. Así que sus significados son esencialmente intercambiables. 

En Génesis 41:57 leemos: “De todos los países llegaban a Egipto para comprarle alimento a José, porque el hambre cundía ya por todo el mundo”. En Génesis 42:5-6 se aclara que el hambre se había extendido por todo el imperio egipcio y la tierra de Canaán. “El mundo” en este contexto se refiere a una región importante de la civilización humana y no a todo el globo.

El escritor de 1 Reyes 10:24 dice: “Todo el mundo procuraba visitarlo [a Salomón] para oír la sabiduría que Dios le había dado”. Nuevamente, los versículos siguientes aclaran lo que abarcaba “todo el mundo”. Los gobernantes venían de lugares tan lejanos como Saba (la actual Etiopía) y todas las tierras de Arabia, difícilmente de la Antártida o Groenlandia.

En el Nuevo Testamento también podemos encontrar referencias geográficamente restringidas al mundo. En Hechos 2:5, Lucas describe a los judíos que vivían en Jerusalén como “judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra”. La mayoría de los intérpretes de la Biblia estarían de acuerdo en que este pasaje no incluye necesariamente a los mayas, aztecas o chinos. Las pruebas de ADN confirman que ningún judío del primer siglo procedía de Mesoamérica o del Lejano Oriente.

En Romanos 1:8, Pablo dice de los cristianos romanos: “en el mundo entero se habla bien de su fe”. En Colosenses 1:6 escribe: “Este evangelio está dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre ustedes”. Algunas traducciones de Lucas mencionan el decreto de César Augusto de gravar “al mundo”. En cada uno de estos pasajes, el contexto indica la referencia del escritor al mundo romano, a la extensión del imperio romano.

En todos estos y otros pasajes bíblicos las palabras traducidas como   “todo el mundo”, “el mundo entero”, “toda nación bajo el cielo” y “por todo el mundo” se refieren a regiones geográficas o geopolíticas algo menos extensas que la superficie entera del planeta Tierra. Por lo tanto, podemos concluir razonablemente que las referencias en Génesis 6-8 a “toda la superficie de la tierra” y “bajo todo el cielo” no tienen por qué implicar un acontecimiento de alcance mundial.

Lea sobre la extensión del pecado humano y el juicio de Dios en la siguiente parte.

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