¿Puede la inteligencia artificial pensar como un humano?

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¿Qué tan cerca estamos de desarrollar máquinas que puedan entender y aprender cualquier cosa que los seres humanos pueden? Podrían estos inventos llegar a tener conciencia de sí mismos?

Existe una gran cantidad de información sobre la búsqueda de lo que los científicos llaman inteligencia artificial. De vez en cuando, me encuentro con una idea que ayuda a aclarar una cuestión crucial en torno a la búsqueda de una inteligencia similar a la humana. El informático Judea Pearl desarrolló una de esas ideas en su libro The Book of Why, y la tituló «la escalera de la causalidad». Este analogía de tres niveles (véase la imagen) ayuda a identificar los pasos clave para pasar de una inteligencia artificial estrecha (ANI por sus siglas en inglés) a una inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés), lo que significa que la entidad sería capaz de pensar como un ser humano.

Peldaño 1: Ver/Observar (“Asociación”)

El primer peldaño de la escalera implica la capacidad de ver y conectar entradas con resultados. Las entradas y los resultados pueden ser complicados y las conexiones pueden estar bastante ocultas, por lo que conseguir que los programas informáticos hagan la conexión sigue siendo un gran logro. Todo lo que actualmente se denomina inteligencia artificial (Siri, Alexa, traductores de idiomas, reconocimiento facial o de voz, incluso pilotos automáticos en carros) se sitúa en este peldaño de la escalera. Estos ejemplos (todos son ANI) funcionan utilizando los datos disponibles para encontrar correlaciones con el fin de tomar una decisión siguiendo un algoritmo predeterminado.

Peldaño 2: Hacer/Intervenir (“intervención”)

El siguiente peldaño en la escalera de la creciente sofisticación añade la capacidad de intervenir en un entorno y responder adecuadamente. Pearl ilustra este cambio con dos preguntas.

  • Peldaño 1: ¿Cuál es la probabilidad de que alguien que compró pasta de dientes también compre hilo dental? Las correlaciones en los datos de ventas existentes responderán a esta pregunta.
  • Escalón 2: ¿Qué ocurrirá con las ventas de hilo dental si duplicamos el precio de la pasta de dientes? Para encontrar una buena respuesta a esta pregunta, hay que intervenir en el sistema para recolectar nuevos datos que aborden la cuestión o desarrollar un modelo que extrapole las situaciones conocidas a esta nueva situación.

Los científicos ejercen de forma rutinaria las habilidades del peldaño 2. Se plantean una pregunta sin respuesta sobre el funcionamiento del mundo, realizan experimentos u observaciones para recopilar los datos adecuados y, finalmente, proporcionan una respuesta/modelo que responda a la pregunta.

Peldaño 3: Imaginar/Comprender (“Contrafactualidad”)

En el mayor nivel de los peldaños, uno tiene la capacidad de comprender entornos que no existen. Según Pearl, la pregunta sobre la pasta de dientes se convierte en “¿Cuál es la probabilidad de que un cliente que compró pasta de dientes la siguiera comprando si hubiéramos duplicado el precio?” En otras palabras, este peldaño requiere la capacidad de imaginar algo diferente al mundo físico que ya existe.

Los seres humanos operan sistemáticamente y sin esfuerzo en este tercer peldaño. Pensamos habitualmente en cómo serían las cosas si hubiéramos elegido la “otra” opción. La importancia teológica de este nivel radica en que los humanos reconocemos nuestro lugar en este universo físico, así como la existencia de una realidad completamente separada de él. Toda la evidencia hasta la fecha indica que sólo la humanidad opera en este plano intelectual. Esta evidencia se alinea bien con la idea bíblica de que sólo la humanidad fue creada a imagen de Dios.

La escalera de causalidad de Pearl no sólo proporciona una vívida imagen de los retos que nos esperan en la búsqueda de una verdadera inteligencia artificial, sino que también resalta la comprensión única de la humanidad de nuestro lugar en el cosmos. Y ese hecho afirma la validez del cristianismo.