Default default post thumbnail

¿Dice la Biblia que el diluvio de Noé fue global o universal?

Creo que el diluvio de Noé fue universal pero no global. Por universal, quiero decir que toda la raza humana y todos los animales nephesh (con alma o almáticos) asociados a los humanos fueron aniquilados por el diluvio, excepto aquellos humanos y animales que estaban a bordo del arca de Noé. Prácticamente todos los cristianos que creen en un diluvio global insisten en que sostengo mi creencia porque estoy convencido de que las pruebas científicas eliminan la posibilidad de un diluvio global. Dicen que confío más en la ciencia que en la Biblia y que mi modelo del diluvio de Noé se basa en mi insistencia en que la ciencia predomina sobre lo que la Biblia declara claramente.

La verdad del asunto es que estoy convencido de que la propia Biblia elimina la posibilidad de un diluvio global. La razón principal por la que algunas personas piensan que la Biblia enseña que el diluvio de Noé fue de alcance global es que suponen que el mensaje de la Biblia sobre el diluvio de Noé se limita a Génesis 6-8. Como he escrito en mi libro Navigating Genesis, hay más contenido pertinente sobre el diluvio de Noé en los otros 65 libros de la Biblia que en Génesis. Por decirlo de otro modo, con respecto a la Biblia, no todas las respuestas están en Génesis.

En este artículo solo destacaré brevemente algunas de las razones bíblicas por las que el alcance del diluvio de Noé debe ser universal para toda la humanidad, pero no global. Quienes deseen una explicación y documentación exhaustiva pueden leer las partes pertinentes de Navigating Genesis.1

En su segunda epístola, Pedro aborda en dos ocasiones la extensión del diluvio de Noé. En ambos casos, Pedro califica la palabra griega cosmos, traducida como “mundo”. En 2 Pedro 2:5 escribe que el  “mundo de los impíos” fue inundado. Aquí, Pedro implica una distinción entre todo el planeta Tierra y la parte de la tierra habitada por seres humanos impíos. Lo hace de nuevo en 2 Pedro 3:6, donde se refiere al mundo que fue inundado y destruido como cosmos tote, que literalmente significa  “el mundo en el momento en que ocurrió el evento”. Al adjuntar el adjetivo tote a cosmos, Pedro da a entender que el mundo de Noé no es el mismo que el mundo del imperio romano.

Las limitaciones que Pedro impone al diluvio de Noé son coherentes con un gran número de textos bíblicos que declaran la doctrina de que la ira del juicio de Dios está siempre limitada a la medida de la reprobación humana. Un ejemplo obvio es la negativa de Dios a eliminar a los amorreos que vivían en las colinas de Canaán en el momento en que Dios destruyó Sodoma y Gomorra.2

Tal vez las restricciones bíblicas más fuertes sobre la extensión del diluvio de Noé se encuentran en los textos en Job, Salmos y Proverbios que abordan el evento de la creación del tercer día, cuando Dios formó las masas continentales. Por ejemplo, Salmos 104:6-8 dice:

La revestiste [la tierra] [the earth] con el mar, y las aguas se detuvieron sobre los montes. Pero a tu reprensión huyeron las aguas; ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga. Ascendieron a los montes, descendieron a los valles, al lugar que tú les asignaste.
El siguiente versículo dice:
Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar; ¡jamás volverán a cubrir la tierra!

Del manera similar, Job 38:8–10, al describir los acontecimientos de los días uno y tres de la creación, afirma que Dios estableció   “límites” y “compuertas” permanentes   para evitar que los mares cubrieran toda la superficie de la tierra.

Incluso en la narración de Génesis 6-8 sobre el diluvio de Noé, hay pruebas sólidas de que el diluvio no fue de alcance global. En Génesis 7:22 se utiliza la palabra hebrea haraba para referirse a la tierra que fue inundada. A diferencia de las palabras hebreas eres y adama, las definiciones de haraba impiden que se aplique a toda la superficie de la tierra.

Lo que he escrito aquí es solo un muestreo de la evidencia bíblica que establece que el diluvio de Noé no pudo haber tenido una extensión global. Por lo tanto, no hay conflicto entre la Biblia y el registro científico establecido de la historia geológica de la Tierra. De nuevo, para aquellos que quieran un tratamiento mucho más exhaustivo de este tema, recomiendo los capítulos 13-18 de mi libro Navigating Genesis.

Notas
  1. Hugh Ross, Navigating Genesis: A Scientist’s Journey through Genesis 1–11 (Covina, CA: RTB Press, 2014), 123–82.
  2. Genesis 15:14, 18:15–33, 19:1–29.