¿Llevó Agustín al desvío a la antigua iglesia cristiana?

Cualquiera que haya escuchado mi podcast, mis conferencias teológicas, mi blog Reflections o mis libros, sabrá que tengo un aprecio especial por Agustín de Hipona (354-430 d. C.). Es mi pensador cristiano favorito fuera de la Biblia, aunque sólo un poco por delante de otros grandes pensadores cristianos como Atanasio, Blaise Pascal y C. S. Lewis. También me doy cuenta que no todo el mundo comparte mi aprecio.

Me siento atraído por Agustín por muchas razones, incluida la idea de que creo que un filósofo cristiano contemporáneo necesita enganchar su carro a una sólida tradición filosófico-teológica dentro de la cristiandad. En un sistema así, la filosofía actúa como sierva de la teología cristiana histórica. Y para mí, como protestante evangélico, Agustín, en particular, y la tradición agustiniana, en general, constituyen un vibrante sistema ortodoxo de pensamiento cristiano. Aunque las ideas de Agustín no están exentas de retos y dificultades teológicas razonables, creo que Agustín y la amplia tradición que lleva su nombre acertaron en las cuestiones doctrinales más importantes (Dios, la creación, el pecado, la salvación) y reflejan una amplia parte ecuménica de la cristiandad occidental.

Pero, aunque me complace asociarme con Agustín, algunas personas me han desafiado afirmando que Agustín no es un modelo teológico apropiado porque llevó a la antigua iglesia por el mal camino. Recientemente he recibido esa crítica de alguien que lee mis entradas en el blog, y me gustaría responder.

Críticas a Agustín de Hipona

“En cuanto a Agustín, fue un hombre con una gran experiencia de Dios, al parecer, pero fue [también] el autor/inventor de las doctrinas más engañosas; doctrinas que nunca antes habían aparecido en la historia de la iglesia y que han arruinado la vida de la iglesia desde entonces. No me corresponde evidenciar lo que estoy diciendo en un breve comentario como éste; simplemente recomendaría que lea God’s Strategy in Human History (La estrategia de Dios en la historia de la humanidad), de Roger Forster y Paul Marston, un libro cuyo apéndice en particular desmonta la visión agustiniana. Forster es un importante líder eclesiástico/pensador en Inglaterra, anteriormente matemático en Cambridge; el área de Marston es la historia y la filosofía de la ciencia”.

Mi respuesta

He aquí mi breve respuesta a un par de comentarios del crítico:

“Él [Agustín] fue el autor/inventor de las doctrinas más engañosas”.

San Agustín fue el defensor de doctrinas cristianas esenciales como la creación ex nihilo, el pecado original, la salvación por la gracia y la Trinidad. Estas doctrinas reflejan en general el consenso de la ortodoxia cristiana.

Incluso el punto de vista algo controvertido de Agustín sobre la predestinación es muy similar al de otros grandes teólogos como Tomás de Aquino, Martín Lutero, Tomás Cranmer y Juan Calvino. Algunos dentro de la cristiandad, aunque ciertamente no todos, argumentarían incluso que el punto de vista de Agustín refleja en gran medida los puntos de vista del apóstol Pablo expuestos en el Libro de los Romanos (específicamente los capítulos 8 y 9).

Además, algunos critican a Agustín por su apego al neoplatonismo, pero creo que la crítica es exagerada. El neoplatonismo influye en parte de su pensamiento, pero la autoridad final de Agustín es la Escritura. Por ejemplo, su obra, que alcanza los cinco millones de palabras, incluye unas 40.000 referencias bíblicas. Es el autor más prolífico de la antigüedad, superando a todos los demás escritores del latín y del griego.

“Las doctrinas [de Agustín] . . nunca habían aparecido en la historia de la iglesia anteriormente y . . . han arruinado la vida de la iglesia desde entonces”.

Agustín no está muy bien considerado en la cristiandad oriental, pero sigue siendo uno de los grandes forjadores de la ortodoxia cristiana en general. Su influencia teológica es muy amplia: antropología, hamartiología, soteriología, eclesiología y escatología.

Entre los estudiosos de la patrística, se suele hablar de Agustín como el más grande de los padres de la Iglesia. En lugar de ser una “plaga” para la Iglesia, su influencia teológica ha configurado gran parte del pensamiento católico y protestante sobre la propia naturaleza de la Iglesia.

También podríamos considerar la tremenda influencia de Agustín en otras áreas como en la filosofía (por ejemplo, la fe que busca el entendimiento), la psicología (por ejemplo, el examen del yo) y la apologética cristiana (por ejemplo, el problema del mal). Por tanto, no creo que sea una hipérbole decir que Agustín es posiblemente el pensador cristiano más influyente fuera del Nuevo Testamento y uno de los más profundos forjadores y defensores de la teología cristiana histórica.

Para más detalles, recomiendo mi libro Classic Christian Thinkers [Pensadores cristianos clásicos], que incluye capítulos sobre Ireneo, Atanasio, Agustín, Anselmo, Aquino, Lutero, Calvino, Pascal y Lewis.

Aunque cualquiera puede estar en desacuerdo con Agustín (muchos eruditos, incluyéndome a mí, no están de acuerdo con algunos de sus puntos de vista), en áreas como la creación, el pecado, la gracia y la naturaleza trinitaria de Dios, su pensamiento se ha mantenido en alta estima y, sin duda, ha dado forma a prácticamente toda la cristiandad occidental.

Reflexiones finales

Agustín estaba lejos de ser un hombre perfecto, y admitió humildemente haber cometido errores en su pensamiento teológico. Su libro más popular, Confesiones, da testimonio de su condición de pecador que necesitaba desesperadamente el don de la salvación de Dios en Cristo. Y su último libro Retracciones muestra que luchó con varios temas teológicos, incluso cambiando de opinión en algunos asuntos importantes.

Incluso si no estás de acuerdo con algunos de los puntos de vista de Agustín, como mi amigo de arriba, espero que consideres leer sus escritos y no simplemente escuchar o leer lo que otros, incluyéndome a mí, dicen de él. Un buen lugar para empezar es su libro Confesiones. Leerás un clásico cristiano y literario de la civilización occidental.

Reflexiones: Tu turno

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