Himba,Women,Go,Back,To,The,Village,Near,Opuwo,Town

La forma en que usamos la energía apunta al excepcionalismo humano


Es fácil para los humanos dar por sentada la disponibilidad de alimentos en nuestro mundo moderno, pero la adquisición de recursos alimentarios en la historia de la humanidad ha sido un proceso gradual que requirió tiempo y energía. Los científicos han aprendido que las estrategias que los humanos han empleado para adquirir alimentos revelan rasgos que ayudan a explicar lo que significa ser humano.

¿Son los humanos excepcionales?
Uno de los principales debates sobre la creación y la evolución de nuestro tiempo se refiere a la idea del excepcionalismo humano, que sostiene que los seres humanos difieren fundamentalmente en especie de todas las demás especies de vida en la Tierra. Los no teístas y los evolucionistas teístas rechazan este concepto, argumentando que las diferencias entre los humanos y las especies de primates bípedos que nos precedieron no son grandes. Afirman que las diferencias que poseemos son producto de la descendencia natural de un ancestro común compartido por los humanos, los primates bípedos anteriores y los grandes simios. Esta creencia llevó a Charles Darwin a concluir que los humanos solo se diferencian en grado y no fundamentalmente en especie de los primates no humanos.1

Los cristianos, en cambio, creen que los seres humanos somos excepcionales y que nos diferenciamos fundamentalmente en especie de todas las demás especies. Esta creencia es una doctrina bíblica fundamental. Los relatos de la creación del Génesis declaran que los humanos no evolucionaron a partir de otros primates. Más bien, la Biblia dice que Dios creó especialmente a los primeros humanos, de novo, del polvo de la tierra y les insufló “el aliento de vida”. Los relatos bíblicos proclaman que solo los seres humanos, entre toda la vida de la tierra, han sido creados “a imagen de Dios”.

En el debate que mantuve con el químico británico ateo Peter Atkins, me retó a que citara un posible descubrimiento científico que me obligaría a abandonar mi fe cristiana.2 Un ejemplo que di fue la posibilidad de que los descubrimientos científicos demostraran sin lugar a dudas que los seres humanos no son excepcionales. A la inversa, si los descubrimientos científicos demuestran sin lugar a dudas que los humanos son excepcionales, entonces ese hallazgo establecería la existencia y operación de Dios. Claramente, mucho depende de si los humanos son excepcionales o no.

Singularidad biológica
Las capacidades espirituales, intelectuales y simbólicas de los humanos proporcionan la evidencia más convincente a favor del excepcionalismo. Tanto yo como mis colegas de RTB, el bioquímico Fazale Rana y el filósofo Kenneth Samples, hemos escrito ampliamente sobre estas capacidades (vea la sección de Recursos). Sin embargo, incluso a nivel puramente biológico, hay pruebas convincentes del excepcionalismo humano.

Por ejemplo, en relación con chimpancés, gorilas, orangutanes, neandertales, Homo erectus y otros primates bípedos no humanos, los seres humanos poseen una mayor proporción entre el cerebro y la masa corporal, una estructura cerebral única, un mayor flujo de sangre al cerebro, una mayor esperanza de la vida, mayores tasas de fertilidad, períodos de desarrollo más largos y neonatos (recién nacidos) más grandes. La lista de diferencias biológicas continúa. (Puede leer sobre algunas de ellas en mis artículos anteriores sobre la singularidad de los ojos humanos,3 la audición humana,4 y el bipedismo humano.5 También encontrará otros artículos en la sección de Recursos).

Singularidad de la energía para la subsistencia humana
Recientemente, un equipo de once científicos dirigido por Thomas Kraft descubrió otra característica de la singularidad biológica humana.6 En la introducción del documento que el equipo de Kraft escribió sobre el descubrimiento, señalaron que las numerosas características biológicas únicas de los seres humanos plantean demandas energéticas tremendamente altas a los adultos humanos. Si bien los seres humanos que viven en sociedades de alta tecnología y riqueza pueden satisfacer fácilmente estas demandas, los primeros seres humanos no las habrían alcanzado tan fácilmente, ya que tenían que satisfacer estas necesidades energéticas mediante la caza, la recolección y la agricultura de subsistencia.

Estudios de investigación anteriores demostraron que los humanos poseen ventajas anatómicas sobre los grandes simios que hacen que la obtención de calorías y nutrientes sea menos costosa en términos de energía y tiempo empleado. Los humanos tienen una combinación de rasgos anatómicos y de comportamiento que reducen la energía necesaria para caminar y buscar comida.7 Los humanos también pasan mucho menos tiempo alimentándose,8 y nuestros órganos digestivos son más pequeños en relación con la masa corporal total.9 Sin embargo, la suma total de estas ventajas anatómicas parece insuficiente para explicar las demandas energéticas mucho mayores de los humanos.

Kraft y sus colegas utilizaron estudios de campo para medir directamente los costos y beneficios energéticos de la adquisición, procesamiento y consumo de alimentos por parte de gorilas, chimpancés y orangutanes en comparación con los de la tribu de cazadores-recolectores hadza de Tanzania y la tribu de forrajeadores-horticultores tsimane de Bolivia. Los resultados de estos estudios establecieron que los humanos de las sociedades cazadoras-recolectoras y forrajeadoras-horticultoras gastan más energía diariamente para adquirir sus alimentos que los primates. Sin embargo, también obtienen tasas de rendimiento mucho mayores.

Los cazadores-recolectores y los forrajeadores-horticultores humanos adquieren muchas más calorías y nutrientes por hora que otras especies comparables. En consecuencia, aunque estos humanos gastan más energía al día para obtener sus alimentos y nutrientes, pasan menos tiempo haciéndolo. En comparación con los grandes simios, las estrategias de adquisición de alimentos de los cazadores-recolectores y de los forrajeadores-horticultores implican actividades extractivas de alto costo y rangos diurnos ampliados que aportan muchas más calorías en menos tiempo. Los estudios también demostraron que las estrategias de adquisición de alimentos desempeñan un papel mucho más importante que las diferencias anatómicas a la hora de explicar cómo los humanos satisfacen sus demandas de energía.

Implicaciones filosóficas
La estrategia de adquisición de alimentos de los humanos cazadores-recolectores y forrajeadores-horticultores, de alto costo pero de alto rendimiento, es posible porque los humanos están dotados de capacidades intelectuales y sociales que permiten una mayor cooperación, división del trabajo e intercambio intergeneracional de los alimentos. Y aunque los primeros humanos carecían de tecnología y riqueza, el tiempo ahorrado en la obtención de alimentos y nutrientes les permitió utilizar ese tiempo para inventar y fabricar herramientas más sofisticadas que produjeron una mayor eficiencia en la adquisición de alimentos. Estas mayores eficiencias, a su vez, ahorraron aún más tiempo que pudieron dedicar a crear tecnología y riqueza, lo que culminó en una civilización avanzada. Como aplicación práctica para los cristianos, hoy poseemos la riqueza y la tecnología necesarias para llevar la Buena Noticia de la salvación mediante el sacrificio de Jesucristo en la cruz a todos los grupos poblacionales del mundo, gracias en gran parte a las características excepcionales con las que Dios dotó a los seres humanos.

Recursos

Notas

  1. Charles Darwin, Descent of Man in Great Books of the Western World, 49 Darwin (Chicago: Encyclopedia Britannica, 1952), 319.
  2. Hugh Ross vs Peter Atkins: Debating the Origins of the Laws of Nature,” August 10, 2018, on Unbelievable? with Justin Brierley.
  3. Hugh Ross, “Eyes, Sun, and Earth Designed to Prevent Myopia,” Today’s New Reason to Believe (blog), August 16, 2021.
  4. Hugh Ross, “Does Complex Speech Expression Demonstrate Human Exceptionalism?Today’s New Reason to Believe (blog), April 5, 2021.
  5. Hugh Ross, “Humans Are Designed to Think While Walking,” Today’s New Reason to Believe (blog), November 8, 2021.
  6. Thomas S. Kraft et al., “The Energetics of Uniquely Human Subsistence Strategies,” Science 374, no. 6575 (December 24, 2021): id. 1576, doi:10.1126/science.abf0130.
  7. Herman Pontzer, David A. Raichlen, and Michael D. Sockol, “The Metabolic Cost of Walking in Humans, Chimpanzees, and Early Hominins,” Journal of Human Evolution 56, no. 1 (January 2009): 43–54, doi:10.1016/j.jhevol.2208.09.001.
  8. Chris Organ et al., “Phylogenetic Rate Shifts in Feeding Time during the Evolution of Homo,” Proceedings of the National Academy of Sciences USA 108, no. 35 (August 30, 2011): 14555–14559, doi:10.1073/pnas.1107806108.
  9. Leslie Aiello and Peter Wheeler, “The Expensive-Tissue Hypothesis: The Brain and the Digestive System in Human and Primate Evolution,” Current Anthropology 36, no. 2 (April 1995): 199–221, doi:10.1086/204350.