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Cómo el mentor de Darwin de toda la vida unió la ciencia y la fe

Como estudiante de la Universidad de Cambridge, Charles Darwin se convirtió en el protegido de un renombrado profesor de botánica. Este profesor ayudó a Darwin a organizar sus especímenes del famoso viaje en el HMS Beagle y mantuvo correspondencia con Darwin durante toda su vida. El hombre era John Stevens Henslow, quien además de su cátedra en Cambridge era un filántropo comprometido y pastor de una congregación. Y aunque Darwin adoptó la creencia en una forma atea de evolución, Henslow mantuvo su fe en Dios hasta su muerte y pensaba que las teorías de Darwin se apoyaban en supuestos indemostrables. Darwin, por su parte, consideraba que la gente trazaba “líneas imaginarias” cuando no seguía el principio de la selección natural hasta su conclusión natural.

Pero lo más asombroso de Henslow no es cómo argumentaba a favor de un punto de vista, sino cómo vivía su fe como científico. En la polarizada cultura de hoy en día, las discusiones sobre la ciencia y la fe se convierten a menudo en acalorados debates en los que cada parte mira a la otra con sospecha y/o condescendencia. Henslow nos ofrece un ejemplo de cómo integrar la ciencia a una vida de fe para que esparzamos el aroma de Cristo en lugar de discordia y desconfianza. Este artículo discute cuatro formas en que Henslow logró esta unidad, tanto en sus interacciones con Darwin como con la sociedad en general.

  1. Al respetar a aquellos con los que no estaba de acuerdo

Henslow no trató de desacreditar a su alumno ni difamar su carácter cuando Darwin publicó On the Origin of Species («El origen de las especies»). Henslow defendió la integridad de Darwin como científico frente a quienes cuestionaban su carácter para socavar las enseñanzas de Darwin sobre la evolución. Henslow también mantuvo una activa correspondencia con Darwin a pesar de que no estaban de acuerdo en este tema crucial. Y aunque Darwin no pudo persuadir a Henslow de sus puntos de vista, aún apreciaba la oportunidad de hablar e incluso colaborar en ocasiones con su antiguo mentor.

Esta actitud se extendió más allá de la ciencia y la fe y llegó al ámbito político. En una carta a Darwin sobre los desacuerdos entre los partidos Tory y Whig -que eran facciones opuestas en la Inglaterra del siglo XVIII- Henslow dice: «En lo que sea que te conviertas, sé que será por convicción honesta y, por lo tanto, aunque no cambiaré mis principios, estaré muy contento con permitir que cambies los tuyos sin pensar mal de ti por hacerlo. . .ahora nos pondremos de acuerdo en no dejar que nuestro desacuerdo (si llegará a ser así) nos inquiete».1 Todos podríamos aprender mucho de la capacidad de Henslow para mantener una profunda amistad a pesar de estar en desacuerdo con sus fuertes convicciones.

2. Al demostrar amabilidad e integridad en las relaciones personales

Estos dos extractos de una carta que Darwin escribió muestran cómo Henslow demostró las virtudes cristianas de la hospitalidad, la humildad, la paciencia, la integridad y el desinterés en sus interacciones con su alumno mucho antes de que Darwin fuera famoso.

A medida que pasaba el tiempo en Cambridge me hice muy íntimo del profesor Henslow, y su amabilidad era ilimitada; me invitaba continuamente a su casa y me permitía acompañarle en sus paseos. Hablaba de todos los temas, incluido su profundo sentido de la religión, y era totalmente abierto. Le debo más de lo que puedo expresar a este excelente hombre. . . . . Durante los cinco años que duró mi viaje en el Beagle, regularmente mantuvo correspondencia conmigo y guiaba mis esfuerzos; recibió, abrió y se ocupó de todos los especímenes enviados a casa en muchas cajas grandes; pero creo firmemente que, durante estos cinco años, nunca se le pasó por la cabeza que estaba actuando conmigo con una inusual y generosa amabilidad.2

Durante los años en que me relacioné con el profesor Henslow, nunca vi que su carácter tan siquiera se alterara. Nunca vio con malos ojos el carácter de nadie, aunque estaba muy lejos de ser ciego a las debilidades de los demás. . . . . Un hombre debía estar ciego para no percibir que bajo ese plácido exterior había una voluntad vigorosa y decidida. Cuando los principios entraban en juego, ningún poder en la tierra podía hacerle cambiar ni un pelo.3

3. Al utilizar sus conocimientos e influencia para ayudar a los demás

Henslow realizó numerosas contribuciones a la sociedad y veló por el bienestar de los demás con sus dones. Tal vez el mejor ejemplo de su carácter ejemplar se produjo en su época como pastor anglicano y rector de Hitcham, una congregación rural de Suffolk. Cuando Henslow comenzó a trabajar en la congragación local, “la ignorancia, el crimen y el vicio” eran rampantes y la iglesia estaba casi vacía. Además, muchas de las casas del pueblo estaban “viejas, con paredes de arcilla, mal cubiertas de paja y, a menudo, sin ningún tipo de drenaje, y toda la familia dormía en una sola habitación”.4 Henslow, en lugar de simplemente asumir el rol de predicar en su nueva iglesia, se puso enseguida a ayudar a la congregación de forma práctica.

Creó una escuela de pueblo, una serie de clubes de autoayuda (carbón para la calefacción, ropa para los niños, ayuda médica y una “sociedad de la esposa”), le imploró a los terratenientes que trataran a sus trabajadores de forma más justa y ayudó a los agricultores a obtener mejores rendimientos de sus cosechas utilizando los últimos avances en agricultura. Su sincera preocupación por sus feligreses no pasó desapercibida para Darwin.

Creo que le importaba un poco menos la ciencia y más sus feligreses. . . . . En uno de los años malos para la patata, le pregunté cómo le había ido a su cosecha; pero después de una pequeña charla me di cuenta de que, de hecho, no sabía nada sobre sus propias patatas, pero parecía saber exactamente qué tipo de cultivo había en el jardín de casi todos los pobres de su parroquia.5

Henslow también creó un museo para educar a las clases trabajadoras en historia natural, que incluía una biblioteca y conferencias periódicas. Incluso impartió una clase de botánica a los niños de la escuela del pueblo, la cual requería que aprendieran términos técnicos tales como “monocotiledóneas” y “talamifloras” antes de ser admitidos en la clase. Henslow recolectó más de 400 especies de plantas con sus jóvenes alumnos, enseñándoles a recogerlas, prensarlas y etiquetarlas. Sus alumnos más dotados se convirtieron en ayudantes, una de las cuales, Harriet Sewell, llegó a recibir una beca y a ejercer como profesora e institutriz.

4. Al reconocer los límites de la ciencia

Henslow discutió la tesis del libro de Darwin con el escritor Leonard Jenyns, quien cedió a Darwin su puesto en el Beagle debido a su mala salud y escribió unas memorias sobre Henslow. En esas memorias, Henslow dirigió una doble crítica a la teoría de Darwin: (1) se basa en demasiadas suposiciones que “podrían o no ser ciertas”, y (2) no deja lugar para la intervención de Dios en la historia. Ambos puntos sugieren que los científicos deberían mostrar una mayor humildad en la investigación científica. Para Henslow, una explicación del origen de las especies era tan intratable como una explicación del origen del mal.6

Henslow no mantuvo esta posición sobre la teoría de Darwin porque no estaba dispuesto a considerar explicaciones científicas para los acontecimientos bíblicos. Por ejemplo, con respecto al diluvio, Henslow dijo: “No veo ninguna razón para suponer que él (Dios) no empleó los medios ordinarios de la naturaleza como los instrumentos de su operación”.7 Pero ya sea que uno esté de acuerdo en que hay suficientes pruebas para justificar la creencia en la evolución de las moléculas al hombre, la segunda crítica de Henslow permanece. La vida de Henslow es un testimonio de práctica y defensa de la investigación científica. Pero él también sabía que la ciencia tiene sus límites y que los investigadores no deben permitir que una explicación de cómo funciona algo excluya la explicación de por qué algo está ahí en primer lugar o con qué propósito se hizo.

Como dice C. S. Lewis,

La ciencia trabaja mediante experimentos. Ésta observa cómo se comportan las cosas. Toda afirmación científica, por complicada que parezca, significa en realidad algo así como: “Apunté el telescopio a tal parte del cielo a las 2:20 de la madrugada del 15 de enero y vi a fulano de tal. . . .” No piensen que estoy diciendo algo en contra de la ciencia: solo digo cuál es su trabajo. . . . . Pero por qué algo llega a estar ahí, y si hay algo detrás de las cosas que la ciencia observa -algo de otro tipo-, esto no es una pregunta científica. Si hay “algo detrás”, entonces tendrá que permanecer totalmente desconocido para los hombres o bien darse a conocer de alguna manera diferente.8

Henslow reconoció que, por muy avanzada que esté la humanidad desde el punto de vista científico, una mayor comprensión no excluye la obra de Dios en la historia. Dios no es una explicación de cómo funciona el universo (de dónde viene el trueno, por qué las estrellas se mueven por el cielo, etc.). Más bien, Dios es una explicación de por qué existe el universo y de cómo se originaron las leyes de la naturaleza. Él es el Creador.

Notas

1. S. M. Walters & E. A. Stow, Darwin’s Mentor: John Stevens Henslow, 1796–1861 (Cambridge, UK: Cambridge University Press, 2001), 117.

2. Walters & Stow, Darwin’s Mentor, 117.

3. Leonard Jenyns, Memoir of John Stevens Henslow, 1862 (Whitefish, MT: Kesssinger Publishing, 2010), 54.

4. Walters & Stow, Darwin’s Mentor, 188.

5. Jenyns, Memoir, 54.

6. Un libro moderno que argumenta en la misma línea es el de The Devil’s Delusion : Atheism and Its Scientific Pretensions (New York: Basic Books, 2009).

7. Walters & Stow, Darwin’s Mentor, 162.

8. C. S. Lewis, Mere Christianity (New York: HarperOne, 2015), 23.